Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra,
ponemos en tus manos de Madre nuestro amor de esposos,
para que lo bendigas, lo renueves y lo hagas crecer.
Santa María, que fuiste invitada, con tu Hijo, a las bodas de Caná,
te invitamos, también con tu Hijo, a nuestro hogar.
Pídele que convierta nuestros corazones duros y orgullosos,
en corazones humildes y enamorados.
Madre de Dios, que sufriste al pie de la Cruz la muerte de tu Hijo Jesús
y lo abrazaste con inmensa alegría una vez resucitado,
te pedimos que nos ayudes a ver la mano cariñosa de Dios
en nuestros sufrimientos, dificultades y dolores
Santa María, Madre nuestra,
ponemos en tus manos la cinta de nuestra vida.
Desata los nudos que en ella hemos formado
por dejar que se enfríe nuestro amor:
el nudo de la soberbia
el nudo del rencor
el nudo de la avaricia
el nudo de la ira
el nudo del egoísmo
el nudo de la envidia
el nudo de la pereza
el nudo de la rutina
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra,
desata los nudos de nuestra vida
para que amemos más a Dios,
para amarnos más el uno al otro, y a nuestros hijos,
para amar más a nuestros hermanos,
para vivir con la alegría y la paz de los hijos de Dios,
para ver a Dios en todas las circunstancias de nuestro día,
para ofrecerle nuestras penas y alegrías,
para que un día podamos entrar en la vida del Cielo,
ser eternamente felices a tu lado,
con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.